domingo, 27 de enero de 2008

PARA TI COMO LO PROMETI... "El silencio y la distancia"

Es curioso pero... muchos poetas y compositores hablan de que estos dos elementos: el silencio y la distancia, acaban con el amor, y yo voy a escribir lo contrario...

Busqué la mejor manera de expresarlo y me acordé de esto...

Cuando era una niña, me embelesaban las estrellas. Me fascinaba tumbarme en el suelo del patio de la casa, en una noche clara, y mirar al cielo. Las luces de la ciudad impedían que viera la capa de estrellas en todo su esplendor, pero aquellas pocas que podían verse conquistaban mis pensamientos por largo rato. Podía fijar mi mirada en una sola, sin apartarla ni un minuto, e imaginar que podía tocarla, tener su fulgor en mi mano, acercarla a mi cara (e imaginaba que mis ojos no se cegaban con su intenso brillo). Imaginaba que las personas alrededor de mí sentían la envidia de verme portar en mi mano una estrella.


Más adelante, cuando supe que las estrellas no eran trozos de luz en el espacio, aún me perdía en mi fascinación al contemplarlas, y mucho más después de que empezamos a ir año con año a pasar unos días acampando en una playa virgen. El cielo era entero para nosotros. Tal vez lo has vivido pero... en mi mente no encuentro una manera mas dulce de dormir: cobijada por el embrujo del inmenso cielo estrellado, que me hacía olvidar los retumbos de las olas del furioso mar nocturno. Era.. una experiencia increíble, fijar la vista en todas esas manchitas de luz y luego, poco a poco irse dejando abrazar por el sueño, sabiendo que muchas miradas refulgentes te cuidaban.

Ahí, en esa soledad, rodeados tan solo de palmeras, caracoles y olas en vaivén, nada, absolutamente nada impedía nuestro contacto con ellas: las estrellas. Podías ver hasta siete de ellas moviéndose al mismo tiempo, y después otras y otras, haciéndote sentir tan pequeño ante ese poder, e inmensamente agradecido por la oportunidad de presenciar tan magnífico espectáculo. Podías estirar el brazo y sentir que las tocabas. El recuerdo de esas noches mágicas hace que la piel de mis brazos se erice de emoción.

En eso se concentra todo este embrujo: silencio y distancia... ¿Te acuerdas de todos esos ratos de silencio?... simplemente sentados uno junto al otro, escuchando a las olas. Algo estaba moviéndose en mi interior, una inquietud, algo inexplicable primero, y palpitante después...

Empecé a atesorar esos silencios entre nosotros, aquellos que seguían a una frase amable o a alguna risa. También aquellos que invadían nuestros ratos al bailar, abrazados, sin hablar. Y empecé a sentir esa mágico deseo de tocar a mi estrella, estirar los dedos e imaginar como sería ese primer contacto... Y tras cada minuto, cada hora, sabía que mi estrella no se podía tocar; que estaba ahí pero... a la vez... tan lejos, y no por eso dejaba de estar...

He bebido esas horas saboreando su dulzura, y toda su magia... Y por las noches, me tomo unos minutos para sentarme en mi patio, mirar al cielo, contemplarlas a ellas...

Y PENSAR EN TI..

Si no lo sabías... ahora ya lo sabes...

3 comentarios:

Juan Camaney dijo...

Amar es verse en la distancia y oírse en el silencio... Te amo Ady

Fernanda Cimino dijo...

MMMmm... campanitas en mis oídos...

Fernanda Cimino dijo...

Luciérnagas en mis ojos...