domingo, 18 de noviembre de 2007

Corazón roto....


Queridos amigos:


Hoy recibí una carta, pero... es larga y lastimera y prefiero solo mencionarles que se trata de una persona que esta misma tarde estaba pensando practicamente en el suicidio por un rompimiento con la chica dueña de su corazón. Seré sincera con ustedes, llegó un momento en que pensé que se trataba de un engaño debido a este blog. Aún estoy dudando de la autenticidad de la carta así que, bueno, esta entrada es solo para mandar unas palabras a los que actualmente estén sufriendo por cosas del corazón (y no hablo del miocardio, jeje).


Muy recientemente, una persona a quien quiero muchìsimo, y yo misma, atravesamos por una ruptura. En lo personal, a pesar de todo, sé que aún estoy en etapa de "convalecencia" emocional. La otra persona parece estar sanando y recuperándose paulatinamente muy bien. Pero en esas largas conversaciones que tuvimos cuando ella se encontraba en el ojo del huracán, le decía lo mismo que dije a este joven: nosotros, los que vemos las cosas "desde afuera", podemos opinar mil cosas y aconsejar, y sugerir, pero sólo quien está cargando el costal sabe realmente lo que pesa (frase célebre que heredé y que me gusta mucho usar).


El dolor es asfixiante, literlamente algo oprime nuestro pecho y sentimos que no podemos respirar. En nuestra mente se repiten las palabras dulces, las imágenes de momentos felices que llegamos a pasar con la persona a quien perdimos. Algo en nuestro pecho siente cosas extrañas, una especie de... enorme tristeza, mezclada con rabia por no poder comprender en qué momento todo se esfumó. Incluso deseamos que un milagro vuelva el tiempo atrás y poder hacer algo, mover esos delgados hilos, aunque sea un milímetro, a nuestro favor.


Las noches son eternas, muchas de desvelo. Aquellos que tenemos esa tendencia perdemos apetito. Todo lo contrario los que tienden a la obesidad: comen de manera compulsiva compensando en su imaginación con comida aquella pérdida.


Creo que se convierte en una puñalada el volver a caminar por aquel sitio donde se declararon amor. Duele demasiado incluso ver de lejos los lugares por los que pasearon juntos.


He estado en situaciones así.... ¡claro que sí!, por supuesto. Todo cuanto he descrito viene de lo que guarda mi memoria.


Pero he aqui algo importante que recordar: el trillado dicho ese de SI AMAS ALGO DEJALO LIBRE, SI REGRESA ES TUYO, SI NO... NUNCA LO FUE es la verdad de la vida. Aquello que pensamos que perdimos, si era para nosotros, si el sentimiento era auténtico, volverá. Si estuviéramos tan seguros de ello no nos angustiaríamos tanto, pero como ignoramos lo que nos depara, sufrimos, nos atormentamos, queremos incluso morir.


Las abuelitas nos dicen: "¡Ay, muchacho ! (o muchacha), tantas personas que hay allá afuera y tu sufriendo por esa (o ese)".... pero uno quiere que venga precisamente esa que se fué, esa que nos despreció o esa que ayer nos dijo que nos amaría siempre y hoy nos deja. Y si nuestra mente nos concede el permiso de pensar dos segundos en alguna otra persona como posibilidad, entonces queremos que sonría como ella, que baile como ella o que le guste vestir el estilo de ropa como ella. Es màs, si nos damos la oportunidad de tratar a otra persona, nos decepcionamos porque no actúa como ella, en una palabra... NO ES ELLA.


Si pudieramos poner los pies en la tierra y con sangre fría comprender que las abuelas tienen toda la razón. Pero nuestro corazón no lo permite, no nos deja ver con claridad. Es tan hermoso relacionarse con las personas. Podemos descubrir tanto en su interior, incluso en quienes menos nos imaginamos encontrar algo que lejanamente compatible o aceptable por parte de nosotros. Y aquí no hablo exclusivamente de las relaciones amorosas, sino de las relaciones interpersonales en general.


Hace años, cuando me encontré en una situación sumamente difícil, que desgarraba mi interior de tristeza y confusión, recuerdo que me paraba en la entrada de mi puerta, aquella que les conté que tenía vista hacia una parte muy poblada de Acapulco, llena de luces que destellaban como un gran árbol de navidad. A veces pasaba media noche sin conciliar el sueño, envuelta en mi angustia, y a esas horas de la madrugada, me paraba ahí, sintiendo el aire fresco en mi cara, viendo hacia las luces que se iban encendiendo o apagando, y me preguntaba "¿quién estará en este momento recibiendo una terrible noticia?, ¿a quién estarán asaltando a estas horas en un callejón oscuro?, ¿a quién le dijeron la noche anterior que desalojara la casa porque no podían esperarlo con la renta?, ¿quién acaba de enterarse que tiene una enfermedad mortal?".... Trataba de ubicarme dentro de esas ventanas donde las luces se encendían o se apagaban; ¿a quién estarían despertando en ese momento con un grito de horror?, o ¿a quien estarían besando con pasión en la obscuridad?.


Suena extraño pero esa práctica de ponerme en los zapatos de otras personas me ayudó mucho en ese entonces y me ha ayudado los años subsecuentes a tolerar y superar momentos de trance. Me hace muy consciente de que otros pueden estar pasando cosas terribles, peores que las mías y sin remedio. Me hace ver mi realidad, ubicarme en mi situación del momento y no exagerar. ¿Qué puede ser mas terrible que la noticia de que acaban de asesinar a un hijo?, o el que mañana perderás tu patrimonio por una deuda, o el que un familiar tuyo está a punto de perder la vida, o sufrir violencia física sin haber cometido falta.


Todo tiene solución menos la muerte, alguien dijo, y cuánta razón tiene. Los que nos aman nos darán su amor siempre, si sus sentimientos son verdaderos. Si nosotros amamos, no importa los años que transcurran, o la distancia que nos separe del ser amado, si el sentimiento es verdadero subsistirá. No vale la pena tomar decisiones trágicas, cuando la vida nos ofrece tantas cosas. Lo sé, lo sé, suena tan simple en estas líneas, sueno tan despreocupada, pero no es así.. simplemente, ahora que lo sé, quiero compartirlo. Escribo, para que alguien lea, y si el leer esto es de alguna ayuda pues.. gracias a Dios, a quien debemos todo lo que somos.


Y tu, si estás leyendo esto, ejpero sepas que lo escribí por ti y que confío en que tu juicio imperará sobre tu desesperación.


Gracias por tu confianza y piensa en todo lo que escribí; es para ti.


Fer.

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