martes, 13 de noviembre de 2007

"Revolcaos en un merengue"...

Eso justamente dijo Enrique Santos Discepolo en su tango allá por 1930, "vivimos revolcaos en un merengue, hoy resulta que es lo mismo ser una cosa que la otra". Termina diciendo que vió llorar la biblia contra un calefón.

Escribo angustiada desde mi trinchera, donde cinco veces por semana, pluma en mano en lugar de fusil, señalo, subrayo, resalto la importancia de la buena ortografía. Mis alumnos escriben en inglès. Sus errores pueden, hasta cierto punto, disculparse, comprenderse. Incluso sus errores ortográficos en su lengua materna se disculpan porque estos chiquitos se encuentran en una etapa de formación.

He vivido convencida de que la lectura desde temprana edad, es una herramienta muy útil para encaminar a cualquiera hacia el éxito en el logro de una buena ortografía.

Creo que pasé gran parte de mi juventud temprana sin estar muy consciente de lo importante de esto, hasta que tuve la oportunidad de tener un empleo donde me "carteaba" (uy, qué palabra tan personal), bueeeno, donde mantenía correspondencia con ejecutivos de hoteles, agencias de viajes, funcionarios del gobierno. Un par de años en esta actividad me hicieron sentir orgullosa de ser consultada por mis jefes, por otros compañeros, incluso por ejecutivos de otras agencias, sobre si era correcto escribir tal palabra de éste u otro modo, con esta u otra letra. Y sí, me estoy jactando de ser buena en esta área pero ¡ay, Dioj mío!... de que cometo errores garrafales de vez en cuando, sí lo hago (eso de la ubicación de los acentos y el uso de las preposiciones... ¡bueno!)...

Mas tarde, cuando ingresé al mundo del internet, con el auge de las salas de chat, hacía reir a mis amigas diciendoles que había "conocido" a alguien interesante mientras navegaba, pero que lo eliminé de mi lista de contactos de inmediato porque tenía pésima ortografía.

Hoy, tras algunos años de tener alumnos pequeños, mi percepción ha cambiado. He ido de la presunción a la preocupación.

Con esto de la globalización y del boom del internet, vemos a nuestros niños y adolescentes navegando por horas, en ocasiones chateando con vayan ustedes a saber quien y de donde, y de qué temas. Luego están los teléfonos celulares, con los que se ha "desarrollado" todo un lenguaje nuevo, para aprovechar al máximo el limitado número de caracteres permitido dentro de un mensaje msm.

Encontramos entonces que
TKM significa Te quiero mucho, o quizás como dice mi sobrino, TE QUIERO MUERTO.
CDT, cuídate
NTC, no te creas
NC, no sé
NP, no hay problema (¿y la "H"????)
BF4EAE, Best friends for ever and ever (o ssseaaaa, ¿no???)
NTP, no te preocupes..

Agreguemos a las anteriores, las que usamos de manera cómoda para agilizar lo que tecleamos (me incluyo...). Por ejemplo, usar letra K en lugar de "qu" (AKI, KIEN, KE).

De acuerdo, al adoptar estos cambios, hemos entrado a la era de la modernidad, de la tecnología, pero... ¿y lo demás?.... ¿En qué momento vamos a detenernos y tomarnos un tiempo para rescatar lo que aprendimos, lo que nos enseñaron?... Y algo mas, me pregunto, si los padres de mis alumnos navegan también, y utilizan sus teléfonos celulares y chatean y envían mensajes, ¿nos dejarán a los maestros la labor de enseñar las reglas ortográficas, corregir a diario, hacer ver los errores?... ¿Qué pasó con aquel "trabajemos hombro con hombro casa-escuela?"...

Como que sueno como mi maestra Lupita de Lectura y Redacción, secundaria, q.e.p.d., pero es una realidad que nos golpea. Estamos como en los tiempos de la infancia de mi madre hermosa, dejando toda la labor educativa a la escuela, cuando mucho se ha dicho que la educación se recibe en casa, y en la escuela se recibe instrucción.

Termino diciendo que, hace un par de meses, leí un mensaje de grupo de una persona a quien conozco en SL. Detecté un error de ortografía y, con la confianza que supuse teníamos, le envié un mensaje interno diciendole, un tanto apenada, que en su mensaje había cometido un error y que todavía podía corregir, y me contestó "AY, EQUIS"...

Como deben suponer, en ese instante me dije: "Fernandita, calladita te ves mas pecosita", je je je.

Tristemente, Santos Discepolo lo dijo muy bien hace setenta años, hoy no importa tu mentalidad valemadrista, o tu candidez y rectitud, o tu cultura, o tu personalidad de moral relajada, o tus ínfulas de ser el Shakespeare mexicano, todo es EQUIS y se aplaude ... revolcados en un merengue en el que estás, aunque no quieras estar...

Ahí se los dejo para reflexionar...

Besos, muchos besos.

Fer

1 comentario:

Anónimo dijo...

PRIMAAAAAAAAAAAAAA....TAJAAAAA?